En un país con un largo pasado industrial como España, existen más de 7.000 emplazamientos potencialmente contaminados, según el Inventario Estatal de Suelos Contaminados . La descontaminación de suelos industriales no solo protege la salud humana y la biodiversidad, sino que también habilita terrenos para nuevos usos productivos o residenciales, evitando costosas sanciones y pasivos ambientales. A continuación, presentamos cinco pasos esenciales, contrastados y actualizados para 2025, que garantizan un proceso riguroso de descontaminación.
El punto de partida de toda descontaminación de suelos industriales es conocer el alcance y la naturaleza de la contaminación:
Revisión histórica: consulta del Catálogo de Actividades Potencialmente Contaminantes del Suelo (CAPCS) y análisis de archivos municipales y registros de la Confederación Hidrográfica para detectar vertidos previos .
Muestreo estrateǵico: establecimiento de una red de sondeos (cada 100–200 m² en zonas homogéneas) y toma de muestras a distintas profundidades (0–30 cm, 30–60 cm, >60 cm) para captar contaminantes superficiales y profundos.
Laboratorio acreditado: análisis de hidrocarburos totales, metales pesados (plomo, cadmio, cromo), compuestos orgánicos (clorobencenos, ftalatos) y pH, comparándolos con los valores guía del Real Decreto 9/2005 .
Este diagnóstico previo permite diseñar un plan de actuación ajustado a cada zona y evitar costes innecesarios en áreas no contaminadas.
Con los datos iniciales, es necesario profundizar en la evaluación de riesgos y caracterizar el comportamiento del contaminante:
Parámetros geotécnicos: determinación de la granulometría, densidad aparente y capacidad de retención de contaminantes según UNE-EN 17411 .
Modelización de plumas: uso de software como Visual MODFLOW para simular la migración de contaminantes orgánicos hacia acuíferos subterráneos, considerando caudales y direcciones de flujo.
Evaluación toxicológica: cálculo de la exposición humana (vía dérmica, inhalación y ingestión accidental) y la bioacumulación en la cadena trófica, con criterios de la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA).
La combinación de caracterización y riesgos facilita la priorización de áreas críticas y la selección de tecnologías adecuadas.
La descontaminación de suelos industriales exige elegir entre métodos in situ y ex situ según características del suelo, contaminante y presupuesto:
Biorremediación in situ: inyección de nutrientes y cepas bacterianas para degradar hidrocarburos . Adecuada para suelos con contaminantes biodegradables y alta porosidad.
Excavación y tratamiento ex situ: retira el suelo contaminado y lo trata en plantas de lavado y estabilización; indicada para metales pesados y suelos arcillosos.
Oxidación química in situ: inyección de peróxido u ozono para descomponer compuestos clorados y aromáticos persistentes.
Vaporización térmica: calentamiento controlado del suelo para volatilizar contaminantes orgánicos; aconsejable en áreas confinadas.
Fitorremediación: plantación de especies hiperacumuladoras como Brassica juncea para extraer metales pesados, seguida de compostaje para recuperación .
La elección suele implicar un enfoque combinado (por ejemplo, biorremediación tras excavación ligera) para optimizar costes y tiempos.
Una vez seleccionada la técnica, la ejecución y el seguimiento son clave:
Plan de obra detallado: calendarización de fases, puntos de descarga de agua residual y medidas de control de polvo (riego superficial, coberturas).
Monitoreo ambiental: toma de muestras de agua subterránea inmediata y periódicamente (mensual) para verificar disminución de contaminantes, según UNE-EN ISO 5667 .
Informes de avance: documentación mensual a la autoridad ambiental autonómica, incluyendo gráficos de concentración y comparativa con objetivos de remediación.
El monitoreo continuo permite corregir procesos (ajustar dosis de nutrientes o reactivos químicos) y documentar la eficacia ante auditorías.
Para formalizar la descontaminación de suelos industriales:
Muestreo final: contrastar puntos críticos con los valores guía del RD 9/2005; se requieren al menos cinco muestras representativas de cada área tratada.
Informe técnico: consolidación de toda la información (muestreos, análisis, monitorización) y propuesta de uso post-descontaminación (residencial, industrial o verde).
Declaración administrativa: envío del informe a la autoridad competente (comunidad autónoma) y obtención de la resolución de descontaminación.
Seguimiento post-descontaminación: vigilancia puntual (anual) durante 2–5 años si el uso es sensible, garantizando que no reemergen contaminantes.
Solo tras la validación final el suelo se considera apto para nuevos proyectos, liberando al propietario de pasivos ambientales.
La descontaminación de suelos industriales es un proceso complejo y regulado que exige rigor técnico y cumplimiento normativo. Aplicar estos cinco pasos —diagnóstico y muestreo, caracterización y evaluación de riesgos, selección de técnicas, implementación con monitoreo y validación final— garantiza una restauración eficaz y sostenible. Estas acciones no solo protegen la salud y el medio ambiente, sino que también habilitan terrenos para el desarrollo económico y social de Valladolid y el resto de España.
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